SSE #90: Diabetes, ejercicio y deportes de competencia

El ejercicio de forma regular es altamente recomendable para las personas con Diabetes Mellitus Tipo 1 o Tipo 2. Durante el ejercicio, existe un consumo rápido de glucosa de la sangre y las personas con diabetes deben ajustar la dosis de insulina previa al ejercicio y el consumo de carbohidratos antes, durante y después del ejercicio. Los beneficios del ejercicio regular en personas con diabetes son similares a los observados en personas sanas siempre y cuando el diabético se encuentre con un buen control de su glucosa y no tenga complicaciones de esta enfermedad.

Publicado

septiembre 2006

Autor

Peter A. Farrell, Ph.D.

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Sports Science Exchange 90

VOLUMEN 16 (2003) NÚMERO 3

DIABETES, EJERCICIO Y DEPORTES DE COMPETENCIA

Peter A. Farrell, Ph.D.
Departamento de Ciencias del Deporte y el Ejercicio
Universidad de Carolina del Este
Greenville, NC 27858

PUNTOS CLAVE

  • Las personas con diabetes mellitus (condición que está alcanzando rápidamente a un tercio de la población en EE. UU.) no pueden producir insulina (DM Tipo 1) o la insulina que producen es inefectiva para estimular la entrada del azúcar de la sangre hacia las células del cuerpo (DM Tipo 2). Por lo tanto, si la diabetes no es tratada, el azúcar de la sangre se incrementa a niveles tan peligrosamente elevados que eventualmente pueden causar ceguera, daños a los nervios y otras complicaciones.
  • El azúcar de la sangre puede ser controlada por la administración apropiada de insulina u otras drogas, así como por la manipulación de los carbohidratos en la alimentación y el ejercicio.
  • Durante el ejercicio la contracción de los músculos produce un efecto propio similar al de la insulina, originando la toma rápida de glucosa desde la sangre. En las personas sin diabetes, el cuerpo naturalmente reduce su producción de insulina para compensar; de otra manera la glucosa sanguínea se reduciría precipitadamente. Una concentración baja de glucosa en sangre se conoce como hipoglicemia. Aquellos con DM Tipo 1 (y aquellos con DM Tipo 2 que usan insulina para controlar su azúcar sanguínea) deben ajustar su dosis de insulina y su ingesta de carbohidratos antes, durante y después del ejercicio para evitar sentirse hipoglicémicos.
  • El entrenamiento regular usualmente es benéfico para aquellas personas con diabetes debido a que el ejercicio puede revertir muchos de los efectos metabólicos adversos de la enfermedad, incluyendo la probabilidad de volverse obesos.
  • Aunque se deben tomar algunas precauciones, los atletas sin diabetes complicada (sin otras enfermedades serias) han sido campeones de alta competencia en una gran variedad de deportes.

INTRODUCCIÓN

El ejercicio regular es altamente recomendable para muchas personas que padecen diabetes mellitus (DM) Tipo 1 o Tipo 2. Los diabéticos deben ser muy cuidadosos al prepararse para el ejercicio debido a su deficiencia de insulina (DM Tipo 1) o debido a que la insulina que poseen es inefectiva en su habilidad para estimular la toma de glucosa desde la sangre (DM Tipo 2). La producción y la acción normal de insulina son muy importantes para una "correcta" respuesta metabólica al esfuerzo. Sin embargo, la persona con diabetes puede alcanzar niveles asombrosos de actividad física, ejemplos evidentes de este hecho se encuentran en la mayoría de los deportes universitarios, profesionales y olímpicos. Uno de estos atletas más impresionante es el Sr. Steven Redgrave, ganador de medallas de oro en remo para Gran Bretaña en cinco Juegos Olímpicos sucesivos desde 1984 al 2000. Él fue diagnosticado con diabetes alrededor de 2 años antes de los Juegos Olímpicos de Sydney.

Definición de la enfermedad

La DM Tipo 1 se caracteriza por una destrucción autoinmune de las células beta del páncreas (el cuerpo destruye erróneamente los tejidos que producen y secretan la insulina). La insulina tiene muchas funciones en el cuerpo, pero cinco de ellas son particularmente importantes durante o después del ejercicio: 1) la estimulación de la toma de glucosa en la mayoría de las células del cuerpo, 2) la inhibición de la liberación de glucosa desde el hígado, 3) la supresión de la liberación de ácidos grasos desde los almacenes de depósitos, 4) la facilitación de la síntesis de proteínas en las células del cuerpo y 5) la estimulación de la resíntesis de glucógeno muscular después del ejercicio.

La DM Tipo 2 es muy diferente de la DM Tipo 1; la insulina está presente, pero no funciona eficientemente para estimular la toma de glucosa hacia las células (fenómeno denominado "resistencia a la insulina"). El cuerpo trata de compensar este defecto segregando más y más insulina, pero eventualmente la capacidad de reserva de las células beta del páncreas se reduce y la concentración de glucosa en el plasma aumenta. Tanto la DM Tipo 1 como la DM Tipo 2 son diagnosticadas al detectar un nivel de glucosa plasmática en ayunas (>8h) que excede los 126 mg.dl-1, una concentración superior a los 200 mg.dl-1 después de la ingesta oral de 75g de glucosa o por la aparición de otros síntomas clásicos de la enfermedad. Es una práctica usual completar el diagnóstico inicial repitiendo las pruebas o con exámenes más amplios.

REVISIÓN DE INVESTIGACIONES

Respuestas metabólicas al ejercicio agudo

En contraste a la mayoría de las hormonas, las concentraciones de insulina en la sangre se reducen durante el ejercicio en las personas sin diabetes debido a que se segrega menos insulina desde el páncreas. Ya que el músculo esquelético es cuantitativamente el tejido más importante en el cuerpo para el uso de la glucosa, especialmente durante el ejercicio, y debido a que la insulina es el principal estímulo para la toma de glucosa en las células en reposo, al principio esta reducción en la secreción de insulina parece paradójica. Sin embargo, los requerimientos de insulina para la obtención de glucosa disminuyen durante el ejercicio, debido a que las concentraciones musculares per se estimulan el paso de glucosa hacia el músculo inclusive cuando no hay insulina (Hayashi et al., 1997; Holloszy, 2003; Nesher et al., 1985; Ploug et al., 1984). La reducción natural de la insulina durante el ejercicio es necesaria para prevenir la hipoglicemia.

Para las personas con DM Tipo 1 que manejan apropiadamente sus niveles de glucosa y ajustan sus dosis de insulina antes del ejercicio, los combustibles empleados durante la actividad física no son sustancialmente diferentes de los sustratos empleados por los no diabéticos, en la medida en que la intensidad sea moderada (Raguso et al., 1995; Wahren, 1979). La reducción normal de la insulina sanguínea durante la actividad física en las personas sin diabetes y en aquellas con DM Tipo 2 permite que los dos combustibles más importantes para el ejercicio, los carbohidratos y las grasas, sean movilizados y utilizados por el músculo. Las altas concentraciones de insulina suprimen la habilidad del hígado para liberar glucosa y suministrar ésta al plasma. Una insulina elevada también inhibe la liberación de ácidos grasos hacia la sangre desde el tejido adiposo y posiblemente desde la grasa alojada en el músculo. Desafortunadamente, la reducción normal de la insulina no puede ocurrir en las personas con DM Tipo 1 debido a que no pueden producirla y por lo tanto no pueden disminuir su producción. Así, las concentraciones existentes de insulina en sangre dependen de la última inyección de insulina (o la tasa de infusión para los que usan bombas). En consecuencia, la habilidad para movilizar las grasas y los carbohidratos – combustibles para el ejercicio- puede estar disminuida en las personas con diabetes. La insulina en la sangre debe estar a niveles bajos durante la actividad física, pero el mantenimiento de al menos algo de insulina circulante es un requerimiento absoluto para otros aspectos del metabolismo que se discutirán posteriormente.

Aspecto clave de la DM Tipo 1. Dosis de insulina demasiado alta o demasiado baja.

Los siguientes comentarios corresponden a personas con DM Tipo 1 o aquellos con DM Tipo 2 quienes deben usar insulina para controlar su glucosa en sangre.

Dosis demasiado alta de insulina. La administración excesiva de insulina para controlar la glucosa sanguínea, se aprecia mejor cuando se relaciona con las condiciones de los tejidos que la necesitan (Wasserman et al., 2002). Durante el ejercicio, el tejido más crítico para los requerimientos de insulina es el músculo esquelético el cual demanda una menor cantidad. De acuerdo a esto, para las actividades breves, de moderada intensidad, en muchos casos se recomienda una reducción de aproximadamente el 50% en la dosis de insulina pre-ejercicio (Schiffrin & Parikh, 1985). Si se prepara para una actividad prolongada (>90 min), se puede necesitar una reducción del 70 al 80 % de la insulina para evitar una caída de la glucosa sanguínea a niveles peligrosos (hipoglicemia). Inclusive con lo que parece ser una reducción apropiada en la dosis de insulina pre-ejercicio, aún puede ocurrir la sobre-insulinización debido a que las contracciones hacen que el músculo sea más sensible a la insulina. Para complicar más las cosas, la actividad física incrementa el flujo de sangre hacia el músculo y la producción de calor, ambos pueden aumentar la absorción de la insulina inyectada. Una recomendación general es que la dosis de insulina suministrada antes del ejercicio debe ser reducida. La cantidad de la reducción debe tomar en cuenta muchos factores, como el nivel de entrenamiento, el tiempo entre la última comida y el inicio del ejercicio, la intensidad, la duración y el hecho de que la actividad a realizar ese día sea habitual o inusual.

Dosis demasiado baja de Insulina. La aplicación de una cantidad insuficiente de insulina puede producir concentraciones excesivas de glucosa en la sangre (hiperglicemia) durante el ejercicio, debido a que cantidades muy bajas de insulina son insuficientes para inhibir la liberación de glucosa desde el hígado. Se ha señalado que el comienzo de la actividad física con niveles muy bajos de insulina (con una glucosa plasmática >270 mg.dl-1) origina una hiperglicemia aún mayor durante el ejercicio (Berger et al. 1977). Este hecho probablemente es más importante para ejercicios breves de alta intensidad (tal como ocurre en muchos eventos atléticos) que en el ejercicio prolongado de moderada intensidad. Adicionalmente, otras hormonas, especialmente el glucagón secretado por el páncreas y la epinefrina (adrenalina) de las glándulas adrenales, son más efectivas estimulando la producción de glucosa cuando la insulina está muy baja (Cryer, 2001).

Durante una actividad de baja intensidad o en el ejercicio prolongado, los ácidos grasos se convierten en una importante fuente de energía para los músculos activos. La administración de mucha insulina puede inhibir la liberación de los ácidos grasos desde las reservas de grasa, mientras que la aplicación de una cantidad insuficiente que permite una excesiva movilización de los ácidos grasos, puede originar la producción de cuerpos cetónicos y su liberación por el hígado, una condición llamada cetosis diabética. (Las cetonas son ácidos que incrementan de forma importante la acidez de los fluidos corporales y por lo tanto debe ser evitada).

Es imposible aportar un sólo grupo de recomendaciones apropiadas para todas las personas con diabetes que quieren ejercitarse y el mejor consejo es alentarlos a documentar individualmente lo que les funciona y lo que no (Walberg-Henriksson, 1989). (Todos los ajustes de la dosis de insulina antes del ejercicio deben ser hechos en relación a la ingesta de carbohidratos, como se discutirá posteriormente).

Las personas con DM Tipo1 pueden volverse muy hábiles para simular una reducción en la insulina circulante inducida por el ejercicio, a través de la disminución de la cantidad de insulina inyectada o infundida antes de que la actividad comience. La hipoglicemia o la hiperglicemia también se pueden evitar a través del incremento o la reducción, respectivamente, de las cantidades de carbohidratos ingeridos antes de la actividad física planificada. Tales ajustes en la ingesta de carbohidratos son la única alternativa cuando el ejercicio no es planificado y la cantidad de insulina circulante es determinada por la inyección anterior o la tasa de infusión de la bomba. Este punto tiene un significado especial para los niños debido a que su actividad física diaria con frecuencia es espontánea. Actualmente conocemos poco en relación a los ajustes metabólicos para el ejercicio en niños con diabetes (Campaigne et al., 1984; Dahl-Jorgensen et al., 1980; Ludvigson, 1980). Los niños diabéticos deben ser alentados a participar en actividad física no estructurada y en deportes organizados. Las recomendaciones de este artículo pueden servir como guías para el inicio del manejo de la glucosa, tanto para niños como para adultos.

Signos y síntomas de hipoglicemia e hiperglicemia

Los familiares, amigos, entrenadores, fisioterapeutas, nutriólogos deportivos y demás miembros del equipo deben conocer los signos usuales de hipo e hiperglicemia. Desafortunadamente, muchos de estos signos y síntomas son similares a las respuestas típicas al ejercicio agudo en las personas no diabéticas.

Síntomas de hipoglicemia. Después de una noche en ayuno las concentraciones normales de glucosa en el plasma usualmente están en el rango de 80-100 mg.dl-1 (4,4-5,5 mM). Existen excepciones, pero la mayoría de los individuos con niveles de glucosa en ayunas menores de 45 mg.dl-1 (2,5 mM) son considerados hipoglicémicos.. Los síntomas incluyen: sudoración, latidos fuertes del corazón, temblores, hambre, confusión, somnolencia, dificultad para hablar, falta de coordinación, náusea y dolor de cabeza. En los niños, la irritabilidad y un temperamento caprichoso también son síntomas de hipoglicemia.

Síntomas de hiperglicemia. En ayunas las concentraciones de glucosa en plasma sobre 110 mg.dl-1 (6,1 nM) con frecuencia son considerados niveles de hiperglicemia. Los síntomas típicos de la hiperglicemia son menos constantes que para la hipoglicemia. Durante un episodio agudo de hiperglicemia la persona puede experimentar inquietud o nerviosismo. A largo plazo la hiperglicemia produce sed, fatiga, calambres musculares, visión borrosa, náusea, somnolencia y dolor abdominal.

Entrenamiento de fuerza para personas con DM Tipo 1

Las recomendaciones y principios suministrados por la Asociación Americana de la Diabetes (American Diabetes Association, 2002) y otras organizaciones, están basadas fundamentalmente en las publicaciones relacionadas con el ejercicio de resistencia (aeróbico). En general, las personas con DM Tipo 2 que realizan ejercicio de fuerza con frecuencia, obtienen las mismas ventajas metabólicas y los beneficios de hipertrofia muscular que los no diabéticos. Sin embargo, es un poco desmoralizante que tan sólo tres estudios (Durak et al., 1990; Mandroukas et al.,1986 y Mosher et al., 1998) hayan investigado los efectos de tales ejercicios en personas con DM Tipo 1 y de éstos, sólo uno (Durak et al., 1990) incluye un protocolo que considere únicamente ejercicio de fuerza. Los tres estudios se concentraron en el incremento de la fuerza, el perfil de lípidos en sangre, la composición corporal o la regulación de la glucosa en el plasma, pero ninguno reportó respuestas de la presión arterial al ejercicio de fuerza agudo o al entrenamiento de fuerza. Esta es una deficiencia muy importante debido a que existen algunos indicios de que las personas con DM Tipo 1 tienen mayores presiones sanguíneas sistólicas y diastólicas en la bicicleta y el dinamómetro de mano, comparados con los sujetos controles no diabéticos (Nazar et al., 1975;Christensen et al.,1984; Torffvit et al., 1987; Newkumet et al., 1994). Todas las formas de ejercicios pesados, pero particularmente el ejercicio de fuerza, incrementan la presión arterial a niveles muy altos. Las presiones tan elevadas podrían dañar los vasos sanguíneos en los ojos de los diabéticos. Por lo tanto, hasta que no se pruebe que el ejercicio de fuerza es inocuo, las personas con diabetes que tienen daños previos a la retina deben evitar este tipo de actividades. Sin embargo, se debe considerar que no existen datos publicados que demuestren que el ejercicio de fuerza de cualquier intensidad produzca daños a los vasos sanguíneos de los ojos o en algún otro lugar.

Las personas con neuropatías autónomas diabéticas tienen dificultad para controlar la presión sanguínea, el gasto cardiaco y la distribución del flujo de sangre. Cada uno de estos aspectos puede limitar la habilidad para ejercitarse, especialmente cuando la actividad es intensa. Los que busquen consejos prácticos sobre este tema pueden consultar un artículo publicado por Hornsby (1990).

En resumen, los beneficios del ejercicio de fuerza para las personas con DM Tipo 1 aún no han sido definidos. Debido a su potencial para desarrollar y mantener la masa muscular, esta forma de ejercicio debe ser estudiada exhaustivamente desde una perspectiva de riesgo-beneficio. Uno podría especular que las ventajas de un programa correctamente diseñado de entrenamiento de fuerza podrían superar con creces a los riesgos en personas con DM Tipo 1 debidamente examinadas.

Beneficios del ejercicio regular para los diabéticos

En la medida en que el peso y la composición corporal sean una preocupación, los beneficios de la participación en actividad física regular no son exactamente los mismos para aquellos con DM Tipo 2 o con DM Tipo 1. A manera de ejemplo, existe una fuerte tendencia fomentada por una predisposición genética, para las personas con DM Tipo 2 - pero no para las DM Tipo 1- de volverse obesas. Un efecto potencialmente positivo del ejercicio regular es que la energía extra gastada durante y después de la actividad física puede ayudar a la gente con DM Tipo 2 a tener control sobre una excesiva ganancia de peso. Sin embargo, la pérdida de peso debida solamente al ejercicio no es significativa y el ejercicio es más efectivo para este objetivo cuando se realiza conjuntamente con una dieta de calorías reducidas.

Debido a que la insulina es necesaria para el mantenimiento de la masa muscular, las personas con DM Tipo 1 pueden incrementar su acumulación relativa de grasa corporal mientras el peso corporal permanece constante.

Los beneficios del ejercicio regular de resistencia para las personas con DM Tipo 2 son numerosos, están bien respaldados por las publicaciones científicas y confirman el valor del ejercicio, tanto en la prevención (Eriksson & Lindgarde, 1991; Helmrich et al., 1991; Knowler et al., 2002; Pan et al., 1997; Tuomilehto et al., 2001) como en el tratamiento (Rogers, 1989) de esta enfermedad. La Tabla 1 enumera las adaptaciones al ejercicio para los diabéticos Tipo 2. Se puede encontrar una discusión completa de estos cambios en la siguiente dirección: http://wpsx.psu.edu/noll/. Haga “clic” en la presentación de Farrel (Nota: las otras presentaciones también son sumamente actualizadas e informativas). El mensaje más importante de la Tabla 1 es que un programa de actividad física regular puede revertir muchos de los defectos del metabolismo de la glucosa y de las grasas que ocurren en las personas con DM Tipo 2. Desafortunadamente, debido a que existe una falta de información similar específica sobre las adaptaciones al ejercicio en aquellos con DM Tipo 1, no se puede construir una tabla equivalente para ellos. Sin embargo, se sabe que las personas con DM Tipo 1 usualmente viven más si incluyen a la actividad física regular como parte de sus estilos de vida (Moy et al., 1993).

Ejercicio y Hemoglobina A1c. La Hemoglobina A1c (HbA1c) es utilizada como un índice de control de la glucosa sanguínea a largo plazo (los niveles de glucosa que han prevalecido en los 2 a 3 meses anteriores). Mientras más bajo sea el valor de la HbA1c, mejor. El hecho de que la HbA1c sea reducida por el ejercicio crónico en las personas con DM Tipo 2 es importante debido a que esto significa que se ha alcanzado un control de la glucosa a largo plazo y que con un “mejor” control se reducen los riesgos de complicaciones. Desafortunadamente, no se puede decir lo mismo para la DM Tipo1. Muchos estudios (Bævre et al., 1985; Horton, 1996; Laaksonen et al., 2000; Landt et al., 1985; Wallberg-Henriksson et al., 1984, 1986; Zinman et al., 1984) demuestran que a pesar de que otros defectos en el metabolismo pueden ser reducidos por el ejercicio crónico en las personas con DM Tipo1, el control de la glucosa a largo plazo medido a través de la HbA1c no se modifica. Sin embargo, este hallazgo podría ser debido a limitaciones de las publicaciones. A manera de ejemplo, muchos estudios no han encontrado cambios en la HbA1c empleando protocolos de entrenamiento que duraron sólo 1 a 2 meses, pero la estabilización de la HbA1c a niveles más bajos no se alcanza hasta al menos 80 días después de la normalización de las concentraciones de glucosa plasmática producidas por el tratamiento con insulina. Sin embargo, otros estudios (Huttunen et al., 1989; Perry et al., 1997) sugieren que una mejor regulación de la glucosa es encontrada después de un ejercicio crónico en aquellos con DM Tipo1. Otra dificultad en la interpretación de las publicaciones previas sobre los efectos del ejercicio en el control de la glucosa en la DM Tipo1, es la falta de información en relación a la duración del padecimiento de la diabetes en los sujetos estudiados. Uno podría especular que las personas que han padecido diabetes por décadas pueden responder menos a los tratamientos con ejercicio cuando se comparan con sujetos recientemente diagnosticados.

Los beneficios psicológicos del ejercicio regular están bien establecidos para las personas sin diabetes. Todas estas ventajas probablemente también ocurran en las personas con diabetes, pero muy pocos estudios se han enfocado en este aspecto. Es posible que la vigilancia adicional en el control de la glucosa requerida para un ejercicio seguro, pueda actuar como un refuerzo positivo para que los diabéticos controlen mejor sus niveles de glucosa en sangre. Las alteraciones positivas en el humor o el estado psicológico tales como la reducción de la ansiedad, el incremento en el vigor y un sentido de autoestima aumentado podría obviamente ser de utilidad para los pacientes diabéticos en el “manejo” de su enfermedad y también podría tener un impacto positivo en el rendimiento atlético.



El atleta diabético

Los atletas con DM Tipo 1 que han alcanzado niveles superiores de rendimiento han logrado patrones de alimentación con carbohidratos y de uso de insulina que les funcionan. Está claro que deben realizarse pruebas individuales de ensayo y error con las manipulaciones de la dieta y la administración de insulina si el atleta quiere establecer un control confiable de la glucosa.

La atención del público usualmente se centra en aquellos atletas que han sido exitosos a pesar de la DM Tipo 1, posiblemente debido a que apreciamos mejor que ellos tienen que vencer el padecimiento de esta enfermedad durante toda su vida, en contraste con los atletas con DM Tipo 2, cuya enfermedad usualmente se manifiesta en la adultez. De hecho, no está claro cuántos atletas de élite tienen DM Tipo 2, probablemente debido a que el ejercicio regular reduce la resistencia a la insulina, de tal manera que el atleta con una incipiente o previa DM Tipo 2 simplemente se sobrepone a la enfermedad hasta el punto en que ésta no es evidente. A pesar de ser pura especulación en este momento, es raro encontrar a un atleta consagrado con una DM Tipo 2 persistente.

En la mayoría de los casos, los estudios previos relacionados con las respuestas metabólicas al ejercicio en los diabéticos, emplearon protocolos que no reflejan las características de los deportes. La mayoría de los deportes requieren periodos cortos de esfuerzos de muy alta intensidad y la mayoría de lo que conocemos en relación al metabolismo en los diabéticos, se basa en las investigaciones que emplearon ejercicio prolongado de intensidad constante y moderada. Así, para las personas con diabetes, las demandas metabólicas y las respuestas agudas a la participación en la mayoría de los deportes es ampliamente desconocida (Peirce, 1999). Otra laguna importante en nuestros conocimientos es la falta de información en relación a cómo la diabetes afecta la recuperación después de las actividades atléticas. Nuestras observaciones personales sugieren que los atletas diabéticos de nivel universitario en fútbol americano, natación y pista no se pueden recuperar tan rápidamente como sus compañeros no diabéticos. Esto puede ser debido a que la resíntesis de glucógeno posterior al ejercicio y la forma de almacenamiento de glucosa en los músculos y el hígado, es más lenta en las personas con diabetes (Hermansen, 1980). Así, estos atletas no pueden completar sus reservas de glucógeno antes de la próxima práctica o juego. Otro aspecto documentado es la hipoglicemia retardada. Este fenómeno puede ocurrir entre 4 a 48 horas después del ejercicio (Mac Donald, 1987). La hipoglicemia retardada puede presentarse en la noche e interrumpir el sueño, lo cual contribuiría a la fatiga prolongada durante la sesión de entrenamiento.

El personal que apoya al equipo deportivo debe conocer dónde guardan la insulina y las jeringas los atletas que padecen diabetes. También deben tener a la mano una fuente de carbohidratos simples para estos deportistas. Las tabletas de glucosa y las bebidas deportivas que contienen carbohidratos y electrolitos funcionan bien. Algunos atletas diabéticos que se tratan con bombas de insulina y participan en deportes de contacto prefieren remover la bomba durante la práctica o los juegos y esto requiere precauciones obvias en términos de seguridad, para evitar que la bomba sea golpeada por otros, sea robada o sufra algún otro daño imprevisto en los alrededores del campo.

Consideraciones específicas de los deportes

Algunos deportes representan mayores retos para el paciente diabético que otros (Peirce, 1999). Por ejemplo, debido a consideraciones logísticas imprevistas en la competencia, los eventos de pista y campo pueden realizarse más temprano o más tarde de lo planeado y esto entorpece la estrategia planificada por el atleta para el uso de la insulina y la ingesta de carbohidratos. Así mismo, es difícil predecir cuándo a un jugador de fútbol americano se le exigirá realizar niveles elevados de gasto de energía durante las 2 ó 3 horas de duración de un juego usual. Además, en los deportes de invierno los diabéticos Tipo 1 se enfrentan a la limitación adicional de que la insulina en la bomba o la que es transportada para las inyecciones se puede congelar. Igualmente, la protección de la bomba de insulina de algún daño es una preocupación en cualquier deporte de contacto, incluyendo el fútbol americano, el rugby, el lacrosse, el hockey sobre hielo o sobre hierba. A pesar de que el buceo una vez fue contraindicado para las personas con DM Tipo1, ahora se sabe que con un adecuado entrenamiento esta actividad puede ser disfrutada (Harper, 2002). Debido al riesgo potencial de daño en la retina, deportes tales como el boxeo, el judo y el karate deben ser realizados sólo después de una consideración cuidadosa de los riesgos involucrados y posterior a una adecuada evaluación médica. Aún así, los atletas con diabetes son los únicos que finalmente decidirán en qué deportes participarán y qué tanto se exigirán en la actividad escogida.

Manejo de las complicaciones de la enfermedad

La vigilancia adicional necesaria para obtener un control metabólico durante el ejercicio debe ser ampliada a las consideraciones especiales establecidas por las complicaciones de la diabetes (Skyler, 1998). Las personas que han padecido diabetes por mucho tiempo o que la hayan controlado mal, pueden sufrir de hipertensión, neuropatías (daño a los nervios), retinopatía (daño a los vasos sanguíneos de los ojos, lo cual puede producir ceguera), daños al riñón, enfermedades del corazón y una alta frecuencia de úlceras en los pies.

Hipertensión. Debido a que la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares son más comunes en las personas con diabetes, con frecuencia son prescritos los beta bloqueadores (drogas que bloquean la acción de la adrenalina); estos medicamentos pueden alterar la respuesta metabólica al ejercicio (Gittoes et al., 1997). Por ejemplo, aquellas personas que toman beta bloqueadores pueden tener mayor riesgo de desarrollar hipoglicemia debido a que la adrenalina es necesaria para estimular la movilización de glucosa desde el hígado hacia la sangre durante el ejercicio.

Neuropatías. Los pacientes diabéticos con neuropatía autónoma cardiovascular tienen reducida su frecuencia cardiaca máxima y el gasto cardiaco. Así, las prescripciones de ejercicio basadas en los valores usuales podrían sobreestimar ampliamente al paciente diabético (Waxman & Nesto, 2002). Adicionalmente, las personas con tales neuropatías pueden estar más propensas a enfermedades ocultas del corazón (Gu et al.,1988). Por lo tanto, la evaluación médica del atleta diabético antes del comienzo del programa de ejercicio debe ser extensa de tal manera que estas condiciones sean detectadas. Las personas con neuropatías diabéticas también pueden estar en desventaja desde el punto de vista de equilibrio y coordinación, debido a que la activación de los receptores de tensión en los músculos (nervios que perciben los cambios en la longitud del músculo) pueden estar al menos parcialmente deshabilitados (Vinik & Erbas, 2002).

Aspectos de la retina. La retinopatía diabética es más probable que ocurra en el paciente a medida que la enfermedad progresa. Una de las preocupaciones que los diabetólogos tienen en relación al ejercicio intenso en esta población es que las elevaciones significativas en la presión arterial pueden dañar los ya debilitados vasos sanguíneos, especialmente en los ojos. La preocupación lógica de evitar el ejercicio extremo en pacientes con retinopatía diabética moderada a severa, es clínicamente apropiada a pesar de no ser sustentada científicamente debido a la falta de estudios formales en este aspecto. No existen investigaciones que hayan evaluado la vascularidad antes y después del ejercicio de fuerza agudo o crónico. Antes de comenzar un programa de actividad física es recomendable tener un examen completo del ojo si existe una preocupación en relación al estado actual de la retina. Muchas personas con DM Tipo1 realizan ejercicio de fuerza de forma regular, pero se ha hecho poca investigación en relación a su impacto.

Úlceras en el pie. Finalmente, puede ocurrir pérdida de la sensibilidad con una diabetes mal controlada o de larga duración y esto implica mayor vigilancia en la inspección de los pies por la presencia de úlceras, especialmente en los deportes donde ocurren impactos repetitivos en el pie. A los diabéticos Tipo 2 obesos se les recomienda realizar actividades tales como deportes acuáticos o ciclismo que no impongan estrés constante sobre el pie o las articulaciones, tal como ocurre en la carrera. La mayor disponibilidad de bicicletas y triciclos reclinados podría alentar a las personas con sobrepeso (independientemente de su condición de diabético) a disfrutar esta forma de ejercicio o transporte. Algunas consideraciones adicionales probablemente son adecuadas para las personas mayores que han tenido DM Tipo 1 o Tipo 2 por muchos años. Un reporte con un pequeño número de pacientes con DM Tipo1 sugiere que inclusive el padecimiento a largo plazo de DM Tipo 1 (10 a 29 años) no altera significativamente las respuestas metabólicas, endócrinas y cardiorrespiratorias al ejercicio agudo en la medida en que los pacientes sean cuidadosos en el control de la glucosa sanguínea y no tengan complicaciones relacionadas con la diabetes (Nugent et al., 1997).

RESUMEN

1. Las personas con DM Tipo 1 o Tipo 2 pueden alcanzar altos niveles de rendimiento atlético. Una vez que logran este nivel de éxito, ellos aprenden a coordinar sus regímenes de ingesta de carbohidratos y administración de insulina de manera que pueden competir sin cambios severos en las concentraciones de glucosa sanguínea. Para las personas que comienzan a ejercitarse o lo hacen por recreación, debe haber un período de ensayo y error debido a que la cantidad ideal y el momento de aplicación de insulina y suplementación de carbohidratos es altamente individualizado.

2. Se obtiene un mejor control de la glucosa reduciendo la dosis de insulina antes del ejercicio en un 50 a 80%, dependiendo del tipo, la duración, la intensidad y la familiaridad de la actividad.

3. Los beneficios del ejercicio regular en las personas con diabetes son similares a los de las personas sanas, en la medida en que el diabético sea exitoso en el control de la glucosa sanguínea y no tenga grandes complicaciones de la enfermedad. Tales beneficios superan a los problemas potenciales causados por el estrés metabólico de la actividad física con tal de que se realice una adecuada evaluación médica.

4. El ejercicio de fuerza para las personas con DM Tipo 1 se está haciendo popular y probablemente sea apropiado. Sin embargo, las recomendaciones actuales deben estar basadas en el "mejor juicio clínico" debido a la ausencia de datos de estudios científicos controlados.

REFERENCIAS

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TRADUCCIÓN
Ésta es una traducción de: Farrell, PA. Diabetes, Exercise and Competitive Sports. Sports Science Exchange 90, Volumen 16 (2003), Número 3, realizada por el M.Sc. Pedro Reinaldo García.


VOLUMEN 16 (2003) NÚMERO 3 SUPLEMENTO
Sports Science Exchange 90

DIABETES Y EJERCICIO: RECOMENDACIONES PARA UN MEJOR RENDIMIENTO

Con un ensayo adecuado, planificación, acondicionamiento y estrategias para el manejo de la dieta y la insulina, la persona con diabetes no complicada puede participar en cualquier tipo de ejercicio a cualquier nivel de intensidad. El objetivo es completar el período de ejercicio y recuperación con cambios mínimos en la glucosa sanguínea. Para las personas con diabetes mellitus Tipo 2 (la insulina es producida por el páncreas pero es inefectiva para estimular la toma de glucosa desde la sangre hacia las células del cuerpo) que no son obesas y que pueden controlar su enfermedad simplemente con la alimentación y el ejercicio regular, no se requieren precauciones adicionales. El componente clave de un régimen exitoso para aquellos con diabetes mellitus Tipo 1 (no se produce insulina) es la reducción de la cantidad de insulina suministrada antes del ejercicio o el alimento con carbohidratos. A pesar de que parezcan estrategias simples, el ajuste preciso de estas acciones es el que determina el éxito o el fracaso.

Muchas de las recomendaciones que aparecen a continuación han sido adaptadas de las publicaciones citadas en la lista de referencias adicionales sugeridas al final de este suplemento.

¿Cuál es el mejor momento del día para ejercitarse?

Es menos probable que ocurran fluctuaciones en la glucosa sanguínea si el ejercicio se realiza en la mañana antes del desayuno y después de la administración matutina de insulina. Esto es debido a que la insulina circulante es poca en este momento y si la comida regular se consumió en la noche anterior, las reservas de glucógeno, tanto en el hígado como en los músculos, deben estar llenas.

¿Qué se debe hacer antes del ejercicio?

1. Medir la concentración de glucosa sanguínea para determinar qué tan bien controlada está.

  • Si la glucosa sanguínea es <5 mM (90 mg.dl-1) se requeriría el consumo de una cantidad extra de carbohidratos antes del ejercicio.
  • Si la glucosa sanguínea es 5-15 mM (90-270 mg.dl-1), no se necesitarán carbohidratos extra.
  • Si la glucosa sanguínea es >15 mM (279 mg.dl-1), retrase el ejercicio y mida las cetonas en orina.

    a. Si no se encuentran cetonas en orina, se puede realizar el ejercicio y no se necesitan carbohidratos extra.b. Si se encuentran cetonas en orina, administre insulina y retrase el ejercicio hasta que no existan cetonas.

2. Seleccione una comida con carbohidratos antes del ejercicio.

Antes de realizar actividad física uno puede estimar la intensidad, la duración y los requerimientos de energía del ejercicio consultando tablas comunes. Dividiendo los requerimientos de calorías estimados entre cuatro (cada gramo de carbohidratos es equivalente a cuatro calorías), se puede precisar el requerimiento potencial de carbohidratos en gramos. Los diabéticos deben comer o tomar una merienda o comida que contenga una apropiada cantidad de carbohidratos 1 a 3 horas antes del ejercicio. Estos alimentos o bebidas deben contener alrededor de 15 g de carbohidratos por cada 30 minutos planificados de actividad de intensidad moderada. Alimentos tales como barras de higo, yogurt, muffins, galletas de avena, sopas, frutas secas, palitos de pan y barras de granola son apropiados. Las bebidas que contienen carbohidratos simples y electrolitos son excelentes para ayudar a evitar la hipoglicemia y la reducción del volumen plasmático durante el ejercicio (por ejemplo, un vaso de 240 ml (8 oz) de Gatorade contiene 14 g de carbohidratos). Inclusive la leche entera, la leche descremada y el jugo de naranja son mejores que el agua sola. Por otra parte, las bebidas para "sustituir comidas" diseñadas para suministrar una suplementación completa (Ej. carbohidratos, grasas y proteínas), pueden producir un incremento inapropiado en la glucosa sanguínea durante y después del ejercicio.

3. Suministre la dosis apropiada de insulina antes del ejercicio.

  • Inyecte insulina (o ajuste la salida de la bomba de insulina) alrededor de una hora antes de la actividad física.
  • Reduzca la dosis de insulina de manera que el mayor incremento de la insulina circulante no ocurra durante la realización del ejercicio.
  • No use un brazo o pierna que vaya a estar involucrado en los movimientos como sitio de aplicación y asegúrese de que la inyección sea colocada en el tejido subcutáneo y no en el músculo.

¿Qué se debe hacer durante el ejercicio?

1. Controle la glucosa sanguínea durante las sesiones largas. Para las carreras, el ciclismo, la natación y otras actividades de resistencia, esto puede requerir entrenar en un circuito de manera que los medidores de glucosa estén disponibles periódicamente.

2. Siempre, reemplace adecuadamente los fluidos perdidos. El objetivo debe ser reponer todo, o cerca de todo, el peso corporal que se pierde como sudor durante el periodo de ejercicio. Esta pérdida de peso puede ser estimada registrando la diferencia en el peso corporal antes y después del entrenamiento en ocasiones previas.

3. Si lo requiere, supleméntese consumiendo carbohidratos (40-50g adicionales para los adultos y 20-30g para los niños) cada 60 minutos durante periodos prolongados de actividad con intensidad moderada. Por ejemplo, en las personas con DM Tipo 1 que se están volviendo hipoglicémicas durante el ejercicio, Gatorade repone la glucosa sanguínea muy rápidamente. Otras bebidas deportivas con una composición similar (≈ 6% de carbohidratos + electrolitos) también pueden ser efectivas, pero no han sido estudiadas.

¿Qué se debe hacer después del ejercicio?

1. Controle la glucosa sanguínea, incluya un control durante la noche si la actividad no es habitual o si se realiza al final de la tarde. Evite el consumo de alcohol después del ejercicio, debido a que reduce la habilidad para notar los síntomas evidentes o ligeros que podrían alertar a la persona con diabetes que su glucosa sanguínea está muy alta o muy baja.

2. Ajuste la administración de insulina hacia una cantidad menor para reducir sus acciones inmediatas y retardadas. Si lo requiere, incremente el consumo de carbohidratos hasta 24 horas después de la actividad, dependiendo de la intensidad y duración del ejercicio (los más intensos y prolongados requieren mayor cantidad de carbohidratos) y el riesgo - basado en experiencias previas- de la ocurrencia de baja glucosa sanguínea. La ingesta de ≈1,5 g de carbohidrato.kg de peso corporal-1 (0,7g.lb-1) rápidamente después del ejercicio ayudará a reestablecer el glucógeno hepático y muscular después de una actividad prolongada o extenuante. Sin embargo, a pesar de que ocasionalmente se presentan niveles bajos de glucosa sanguínea después del ejercicio, posteriormente es necesaria la administración de algo de insulina para reestablecer los niveles de glucógeno muscular.

3. Consuma cantidades adecuadas de carbohidratos a diario.

El tipo de ejercicio (resistencia, velocidad, fuerza), la intensidad (alta, moderada, baja) y la duración (breve, moderado, prolongado) - o como en la mayoría de los deportes una combinación de éstos- deben ser consideradas:

  • Si el ejercicio aeróbico de moderada intensidad es realizado a diario y usualmente dura menos de una hora, el atleta diabético debe ingerir 5 a 6 g de carbohidratos·kg peso corporal-1 (2,3-2,7 g·lb-1) cada día.
  • Si el atleta entrena más de 1-2 horas por día, se pueden necesitar entre 6-8 g. carbohidratos·kg de peso corporal-1 (2,7-3,6 g·lb-1) a diario.

¿Qué es peor, bajos niveles de glucosa en sangre (hipoglicemia) o altos niveles de glucosa en sangre (hiperglicemia)?

La respuesta es que tanto la hipoglicemia como la hiperglicemia deben ser evitadas siempre que sea posible. Para las competencias atléticas, la hipoglicemia debe ser evitada porque la fatiga, la pérdida del enfoque mental y las reducciones de la fuerza obviamente no son compatibles con el éxito deportivo. Así, pareciera razonable que el mantenimiento de un estado de hiperglicemia es una de las maneras de asegurar un buen rendimiento. En el corto plazo esto puede funcionar, pero un estado de hiperglicemia duradero debe ser evitado debido a que inclusive una moderada pero constante hiperglicemia, incrementa significativamente las probabilidades de complicaciones médicas de la diabetes. Desafortunadamente, algunos atletas diabéticos aparentemente sacrifican el control de la glucosa sanguínea a favor de evitar la hipoglicemia, de manera que puedan rendir a niveles altos.

Otras consideraciones prácticas:

Aquí hay algunas recomendaciones adicionales para el diabético que se ejercita:

  • El control frecuente de la glucosa sanguínea obviamente es esencial para un ejercicio seguro.
  • Lleve consigo algún alimento con carbohidratos (azúcares simples).
  • Lleve consigo su identificación médica.
  • De ser posible, ejercítese con un amigo que sepa que usted tiene diabetes. Tenga a la mano un teléfono celular en caso de emergencia médica.
  • Invierta en buenos accesorios para sus pies si caminar, trotar o correr están entre sus actividades preferidas.
  • Tenga cuidado especial en evitar grandes fluctuaciones en la glucosa plasmática cuando se ejercite en el calor o en el frío.

FUENTES ADICIONALES SUGERIDAS

American Diabetes Association (2002). Clinical Practice Recommendations: 2002. Diabetes Care 25 (suppl. 1):S64–S68.

Peirce, N.S. (1999). Diabetes and exercise. Br. J. Sports Med. 33:161–173.

N.B. Ruderman, J.T. Devlin, S.H. Schneider, and A. Kriska (eds.) Handbook of Exercise in Diabetes. Alexandria, VA: American Diabetes Association.

TRADUCCIÓN
Ésta es una traducción de: Farrell, PA. Diabetes and Exercise: Tips for better Performance. Sports Science Exchange 90 Supplement, Volume 16 (2003), No.3, realizada por el M.Sc. Pedro Reinaldo García.

Para información adicional: En los Estados Unidos de América y Canadá: 1-800-616-GSSI (4774)
www.gssiweb.com
Este artículo puede ser reproducido con propósitos educativos solamente, sin fines de lucro.

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